Sunday, August 12, 2012

De regreso

Tengo días con la sensación de un renacimiento personal. En semanas pasadas me he re-conectado con amigas, he vuelto a las lecturas, recuperado el gusto por tocar el piano, he vuelto a bailar, y para acabarlo todo hoy entré al mar de Rosarito por primera vez en mas de 15 años y fue delicioso. En días pasados un incidente familiar despertó mi rebeldía natural y mi total desinterés por lo que piensen sobre mi, esto ultimo un aspecto de mi personalidad que había perdido por completo, no solo me interesaba muchísimo lo que mi familia pensara de mi sino que había venido aceptando y acomodando ciertas cosas para no causar revuelo. En aspectos fuera de la familia, había dejado de publicar mi blog porque pensaba yo, francamente ¿a quien le interesa? En los viejos tiempos, eso no hubiera sido de mi incumbencia. 
Mi vida es ciertamente muy diferente a la última vez que pase por aquí. Es otra vida, una vida mejor, pero yo soy la misma y por alguna razón había estado olvidando varias cosas que había en mi y que me hacían muy feliz, reemplazándolo por otras cosas cuando hay lugar para todo lo que es bueno para uno, lo que no lo es tanto ni para que recuperarlo. Si, lo siento mamá, papá y hermanos, he vuelto y se que me seguirán amando (a mi y a mis descendientes), pero no podré complacerlos mas si no es autentico. La vida es buena, y se acaba de poner mejor. 

El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.
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Gracias amor ;D

Monday, February 04, 2008


La muerte de Sofia

Luces de colores lastimaban las pupilas de Sofía. Acostumbrada a la penumbra de su mundo, encontraba los efectos del lugar exagerados, dignos de la mas potente pirotecnia. El sudor resbalaba por los cuerpos brillosos de los danzantes, posesionados por los ritmos que escupían las cajas metálicas colgadas de los techos; bailaban entregados al éxtasis colectivo y aunque Sofía se vio tentada a unírseles algo la empujaba a seguir deambulando por la fiesta. Estaba hambrienta, y no apetecía cualquier bocado desabrido. Caminaba entre la multitud, sabiéndose observada por mas de un par de ojos. Paraba aquí y allá, siguiendo los caprichos de su olfato; su comportamiento felino le sentaba a la perfección esa noche. De pronto la música cambio y el ambiente empezó a transformarse, todo bajo de velocidad. Cantos en lenguas exóticas ahora dirigían la melodía, y los tambores tribales que los acompañaban llevaron a Sofía a seguir el ritmo con sus botas de tacón; luego sus caderas se unieron a la danza dibujando medias lunas que de vez en cuando se convertían en ochos. Su delgada silueta parecía estar formando un campo de fuerza gravitacional. Pronto empezaría a atraer objetos a su orbita.
Sofía no necesitaba a ningún hombre para bailar. Sus sentidos exigían ser complacidos por completo y solo unos segundos bastaban para someter a prueba a los candidatos. Ritmo, aroma, ojos, cejas, boca, barbilla, torso, y por ultimo, atuendo. Los colores chillantes eran descartados de inmediato. Ropa deportiva, también. “Un hombre sobrio que oculte una naturaleza bestial” se decía “¿que hay del romance sin el misterio?”
Del lado opuesto de la pista, entre los huecos que de vez en cuando dejaban los danzantes al moverse, Sofía vio un par de ojos negros que brillaban con sutiles destellos rojos en el centro; la observaban con atención, pero la cortina de humo, luces y gente se interponía cada tantos segundos , aumentando con el paso de estos la ansiedad deliciosa que empezaba a crecer en el interior de Sofía. Las puntas de su larga cabellera negra le producían un ligero cosquilleo en su espalda descubierta. Sin advertirlo por completo se empezó a mover, buscando un punto libre para una mejor observación. El hacia los mismo, pero ambos procuraban ocultar sus acciones. Eran como dos hoyos negros en el abismo del espacio, empujados a encontrarse por la mecánica celeste, atrapados en la danza espiral, sin prisas, atraídos sin remedio por la fuerza destructora que terminaría fusionándolos en uno.
De pronto Sofía detuvo sus pasos, dio media vuelta y se alejó. Sentía una punzada en el pecho con cada paso que daba, pero era una prueba: medía su dominio. Una onda calida recorrió su cuerpo al sentir una mano fuerte sobre su hombro. Sin duda era el. Giro su cabeza lentamente para encontrarse con los ojos negros y rojizos que parecían ver en su interior. El hombre no quería bailar. Tomo a Sofía del brazo y sin decir palabra la alejo de la multitud.
Ella ni por un momento pensó en resistirse. No tuvo tiempo de ver el largo abrigo negro que el desconocido portaba, ni la gota roja que manchaba el cuello blanco de su camisa. La había poseído desde antes de tocarla, y mientras la guiaba todo lo que existía alrededor iba desapareciendo. El desconocido abrió la puerta de emergencia que daba a un callejón. Salieron. Empujó a Sofía contra la pared. La sensación de su piel sedosa violentada por el concreto inicio una ola de placer que rayaba en la locura. Con una mano sujeto su cuello, con la otra atrajo su cuerpo hacia el. Con el dedo índice recorrió las curvas de Sofía, empezando por sus labios, bajando lentamente hasta llegar al final de su falda corta. Vaciló un poco, y después tomó el muslo de Sofía causándole debilidad en las rodillas, por primera vez tembló.
Besó su cuello con delicadeza, y con un movimiento rápido desató su blusa que no era mas que un triangulo sujetado por listones. Ella no pensaba en nada ya, podría haberse caído el cielo sin que ella se perturbara por ello. Luego vino la consumación. Sofía sintió un par de colmillos atravesar la piel de su cuello, y la idea de la inmortalidad y la eterna noche llevo a sus ojos el brillo rojizo que su compañero poseía. Sentía en su cuerpo una transformación deliciosa, pero sus ideas eran equivocadas. El desconocido no daría a Sofía vida eterna, bebió de su cuerpo hasta su ultima gota de sangre, no había nada ya que corriera por sus venas. Ella vio la luz al final del camino, pero torció a la izquierda para hurgar en la oscuridad.

Saturday, August 25, 2007

¿Que esta haciendo Claudia X?? Shes outtaaa here!


Monday, July 30, 2007


Las siete sillas


I
Hace muchos años, en una época de incertidumbre y temor, un hombre caminaba por el desierto cuando se encontró un gran árbol en medio de la nada. Sintió gran alegría al ver la copa frondosa invitándole al disfrutar de su sombra. El agotamiento le impidió ver que algo estaba fuera de lugar y se dejó caer en la arena bajo el asilo de las hojas. Transcurridos unos minutos empezó a cuestionarse como había llegado ese árbol ahí. Se le ocurrió que quizá alguien lo había plantado en ese lugar para brindarle refugio a los viajeros del desierto, pero descartó la idea al considerarla improbable, según sus cálculos, no había agua de donde se alimentaran sus raíces y el oasis mas cercano estaba a varios días de camino.

Mientras meditaba, el calor y el cansancio empezaron a vencerlo, sus ojos se fueron cerrando hasta que quedó profundamente dormido recargado en el tronco. Pasaron las horas. El sol inició su descenso. Bajo el brillo tenue de las primeras estrellas el árbol se transformó, tornándose de un blanco resplandeciente. Irradiaba un círculo de luz que se extendía infinito por el desierto nocturno, rasgando la negrura de la noche sin luna.

Cuando el hombre despertó, su asombro fue tanto que se alejó corriendo sin voltear atrás. Al poco tiempo, la luz se opacó.

Algunos días después, cuando llegó a su pueblo, contó la historia a todo aquel que prestara oídos.

Los sabios pronto se reunieron a conversar. Los más versados en literatura religiosa estaban especialmente excitados por la noticia. Los profetas habían anunciado la aparición del árbol luminoso siglos atrás. Un grupo partió al amanecer para confirmar el cumplimiento de la profecía.

Después de varios días de viaje llegaron al lugar donde se había descubierto el árbol pero no había nada ahí. Consternados se dedicaron a buscar algún rastro, pronto encontraron una nota que decía:

Aquí no ha existido mas que arena.

Abatidos, esa misma noches regresaron a su pueblo, decididos a esparcir la noticia por el mundo.

Mientras tanto en Roma, un mensajero se apresura al Vaticano. Lleva consigo una nota y la entrega a su destinatario. Este la abre y en sus labios se dibuja una sonrisa. Descuelga el teléfono y marca. La voz al otro lado del auricular pregunta: ¿Está todo arreglado? La puerta se cierra y la luna se alza.

II
Un concilio extraordinario es convocado en la santa sede .Los miembros del clero llegan de todas partes del mundo apresurados e inquietos por la urgencia del llamamiento. Se exigía absoluta discreción en su manera de viajar y se mantenía oculto el motivo de la reunión.

Doce horas después de emitida la convocatoria se daba por iniciado el concilio. La preocupación en el rostro de los presentes era evidente. El cardenal Alessandro tomó la palabra:
-Ocultar el árbol es absolutamente necesario. Empezará la búsqueda en cualquier momento. Los monjes de la montaña han sentido ya su presencia, saldrán del Tibet a buscarlo pues lo han esperado al igual que los Hopi y los Tarahumaras. Esparcidos por el mundo hay más que conocen la verdad y esperan el surgimiento del árbol blanco, símbolo universal de la unión del cielo y la tierra. Debemos comprender el poder del árbol, la revelación contenida en él. Solo podemos intentar esconderlo, pero desconocemos incluso si esto será posible.

La máxima autoridad de la Iglesia hizo una señal, un silencio pesado como el plomo cayó sobre la habitación.
-El árbol debe ser destruido de inmediato. Nuestros antepasados ignoraron la profecía, ahora el asunto está en nuestras manos. El fuego se encargará de ello, guardaremos sus cenizas aquí mismo. Si los rumores del árbol salen a la luz tendremos una historia preparada.
-Con todo respeto Su Santidad, me opongo a esa idea. El árbol es sagrado, debemos protegerlo y usarlo para nuestro beneficio.
-Está escrito, el árbol marca el final de una era, la disolución de todas las religiones y el surgimiento de un culto universal a la naturaleza, el hombre conocerá la verdad, no sentirá miedo de un Dios que lo juzga y descubrirá que no necesita intermediarios para comunicarse con El. No podemos dejar que eso suceda, sería el fin de nuestra institución. La profecía dice: El árbol simboliza la unión de lo divino con lo terrenal. Si algún día ves un árbol de luz cierra los ojos y escúchalo. Solo nosotros debemos escuchar, y después quemarlo para que nadie más lo haga.
-Señor, siento un gran peso sobre mi pecho. Si la noticia del árbol saliera a la luz y la gente escuchara su mensaje nuestro poder se vería reducido a la nada. Los feligreses dejarían de asistir a la Iglesia y esta perdería la razón de existir, también con ello desaparecería nuestra solvencia económica y después poco a poco las riquezas del Vaticano. Mas no sabemos que consecuencias traerá quemar la madera divina.-Alessandro guardó silencio un momento antes de continuar, la duda lo consumía.-Sin embargo su santidad-dijo casi susurrando- las medidas deben ser drásticas. Se me ocurre otra solución, si me permite decírsela en privado.
-Sígueme, hijo mío.- Y dicho esto se alejaron del resto del clero.

La sesión se dio por terminada. Los clérigos regresaron esa misma noche a sus hogares sin saber cual sería el futuro del árbol. La decisión final se tomó a puerta cerrada. Algunos iban temerosos del futuro pero la mayoría tenía confianza en las decisiones tomadas por el sumo Pontífice.

En Roma, por otro lado, el Cardenal Alessandro pasó la noche en vela. El secreto atormentaba su alma. A partir de ese momento perdió el privilegio del sueño.

La mañana siguiente se presentó un carpintero en la Basílica de San Pedro. El Cardenal lo llevó por pasadizos subterráneos y después descendieron a una bodega iluminada solo por algunas velas. Abrió las ventanas de la parte alta de la bodega y la habitación se llenó de luz, esperó un minuto y quitó el manto rojo que cubría el árbol. Después dio instrucciones al carpintero quien las escuchó con atención. Debía tratar con cuidado extremo la madera y hacer con ella siete sillas, depositar las hojas en una vasija de porcelana y trabajar solo a la luz del día. Se le prohibió hablar palabra alguna sobre su encargo y él obedeció. Nunca sospechó que sería su último trabajo, menos aun que serían sus últimos días.

III
Las siete sillas construidas del árbol sagrado fueron enviadas a diferentes Iglesias alrededor del mundo. La quinta terminó en Francia. Llegaron con instrucciones de ser almacenadas en un lugar fresco, envueltas siempre en el forro en el que llegaron y reservadas exclusivamente para las visitas papales. Pero siempre sucede, y sobre todo en estos casos, que alguien no escucha las instrucciones, y las cosas se complican de manera inesperada.

La monja Adeline buscaba en el ático del monasterio de Carcassone una silla para reemplazar la que el monje Mitchel había roto. De entre todas las sillas que esperaban ser usadas Adeline se sintió atraída por la más inaccesible. Detrás de un chiffonier viejo, una mesa con tres patas y un armario desgastado se encontraba algo que podía ser un asiento forrado en terciopelo color rojo. Requirió de un gran esfuerzo llegar a él y una vez frente a su objetivo quitó el forro y se encontró con una silla exquisitamente construida, de una madera que no le era familiar. -Esta se ve fuerte y maciza! No cederá a la enorme y pesada “santidad” de monsieur Mitchel.- Se dijo en voz alta.
Quiso moverla pero era muy pesada. Lo intentó un par de veces más hasta que cayó agotada en ella. Se quedó unos segundos a recuperar su aliento cuando notó que la silla cambiaba de color, tornándose blanca y luminosa, luego empezó a elevarse con tal rapidez que no alcanzó a brincar, se sujeto fuerte de los brazos de madera y empezó a rezar cuanta oración le venia a la cabeza.

La silla salió del ático, ganando altura con cada segundo que pasaba, hasta que se elevó por encima de la Iglesia del monasterio, las aves y las nubes.

Adeline, sin podérselo explicar, dejó de sentir miedo y empezó a sentir una paz enorme. La silla, con todo y monja, se dirigió hacia el desierto de Palestina, siguiendo una trayectoria en línea recta sin descanso.

Horas, días o siglos después, la monja Adeline descendía de su vuelo. No intentaba racionalizar lo que sucedía pues iba más allá de su entendimiento. En el desierto, alrededor de una luz blanca que salía de la arena, se encontraban seis sillas idénticas a la de ella, ocupadas cada una por una persona de diferente raza, color y nacionalidad. Estaban todos atentos a la luz, no se hablaban entre si. La silla de Adeline llegó a completar el círculo, y el rayo se volvió aun más luminoso. A lo lejos se distinguían cientos de personas caminando hacia la luz. Adeline cerró los ojos e intentó escuchar la voz de su interior. Al igual que los demás, la madera habló a través de ella.

Esa noche el mundo recibió un mensaje y las cosas cambiaron para siempre. Cesaron las guerras, incluso las ideológicas. La humanidad sintió por primera vez en conjunto su unidad con el Todo. La hermandad llegó a cada rincón de la tierra. Se comprendió la divinidad de la naturaleza y la del hombre como parte de ella. Aunque intentaron esconderlo, el árbol entregó su mensaje.

El velo cederá ante la luz, cerremos los ojos para ver.

Saturday, June 30, 2007

Wednesday, June 27, 2007

Luminoso
Primera parte

El camino era largo y enrollado; los pinos alcanzaban las nubes y el aire se sentía tan fresco como la menta. Avanzábamos ascendiendo lentamente, siempre preocupados por el precipicio tan inmediato (por lo menos yo lo estaba, la altura me alborota miedos escondidos). Muchas horas pasaron antes de que viera una cabaña, y después de esa no hubo otra señal de vida humana. Era perfecto.
Llegamos poco después de mediodía y el sol brillaba en un cielo azul intenso pero de alguna manera triste, me pareció un azul melancólico. La cabaña se alzaba en lo alto de una colina, rodeada de robles centenarios que se estiraban alto y daban sombra permanente al pequeño refugio de madera. Encendimos el fuego, destapamos las botellas, y pasamos una tarde maravillosa; la noche no estuvo nada mal.
Por la mañana salimos a dar una caminata por el bosque que nos rodeaba. Fueron varias horas de andar perdidos por ahí entre mariposas y riachuelos, respirando el aire puro que nos regalaba ese pequeño pulmón planetario, pero repentinamente se rompió el encanto con el estruendo metálico de una sierra eléctrica.

Monday, June 25, 2007

Es como si el mundo de pronto se borrara. Se pierde el sentido del presente y del pasado; el futuro no existe. En esos segundos la vida se me encoge, todos son extraños; estoy sola. Es el mal del domingo, y por mucho tiempo había estado ausente. Viene cuando el sillón se ha amoldado a mi cuerpo, pesado y celulítico. Cuando los ojos me duelen de tantas horas de televisión. ¿Porqué llega? ¿Cómo se va? Se siente igual que hace diez años, como un desprendimiento, quedo colgada y vulnerable. Una pizca de angustia me pica en el pecho.
*
Piscis es el signo de la contradicción, por eso se representa con dos peces volteados dándose la cola. Eso se lee raro. Es raro. Soy rara.
**
Quiero reconciliar mi lado espiritual con el mundanal, si lo consigo seré completamente feliz, sino seguiré siendo irresponsablemente feliz, y si desisto seré ignorantemente feliz. En cualquiera de los casos, esto no va a ninguna parte.
Diez minutos de televisa son suficientes para bajarme de mi high.
La misma situación, los mismos problemas. No puedo con las cosas, la realidad tan deprimente. El mundo entero arde, y yo, de tanto ver el fuego, he quedado ciega.